Sexo Oral (IV) – ¿Porqué lo llamo sexo …
… cuando en realidad siento amor?
Es innegable que vivir una relación pasional nos da una fuerza arrolladora, nuestros sentidos sucumben ante el alud de sensaciones que experimentamos, somos los protagonistas de una experiencia que nos llena de placer. La atracción compartida y recíproca tiene unas consecuencias muy positivas para nuestra autoestima y esa sensación de ser deseable para el otro, nos produce tal fascinación que, algunas veces y erróneamente, confundimos nuestros sentimientos.
A pesar de los miedos, vivir una experiencia pasional es una gran suerte e independientemente del tiempo que pueda durar, las repercusiones benéficas que recibe nuestro ego, nos insuflan de vida y nos modifican por dentro. Pero, ¿qué pasa cuando uno de los protagonistas siente que la pasión se está convirtiendo en enamoramiento? Aquí es dónde empieza otra historia, y generalmente suele acabar mal.
La reciprocidad es necesaria en la mayoría de aspectos de nuestra vida, “yo doy pero quiero que me den”. Por muy solidarios y desapegados que intentemos ser, es bastante difícil no esperar la recompensa a todo lo que ofrezco. Si te ofrezco amor, espero amor, si ofrezco amistad, espero amistad, si ofrezco placer, espero lo mismo….. Y si yo me enamoro y te ofrezco sentimiento, no solo quiero sexo, también quiero que tu sientas lo mismo por mí. Este es el gran error! Enamorarse surge espontáneamente, y científicamente aún no se ha descubierto que mecanismo se activa para que suceda…, simplemente sucede. Por lo tanto no puedo esperar ni obligar al otro a que sienta lo mismo que yo, no puedo enamorarlo/a, porque no dependerá sólo de mí, sino, más bien del estímulo que yo produzca al otro/a.
El sexo es compartir, fusionarse en el otro, pero no necesariamente tiene que haber sentimiento amoroso de por medio –me gustas, me excitas y quiero dar y recibir placer contigo-, pero no siento la necesidad de compartir nada más contigo, en definitiva, no siento que tú seas la persona que me impulsa a iniciar un proyecto de vida común.
Es bien cierto, que las relaciones sexuales continuadas crean un vínculo en la pareja, una especie de apego, pero hemos de ser muy cautos para no confundir este vínculo con el amor. Con todo esto, no quiero decir que no sea posible iniciar una relación meramente sexual y pasional, y que ésta desemboque en una relación de pareja, pero lo que es verdaderamente importante es saber distinguir los sentimientos que se generan en cualquier tipo de relación. Si la comunicación en la pareja de amantes es fluida y clara, se promueve el respeto por el otro y surge la confianza necesaria para poder expresar sentimientos, no debe haber ningún problema para manifestar que lo que en un principio era simplemente una atracción sexual, se ha convertido en algo más que eso. Si hay reciprocidad, ¡magnífico! Si no es así, lo mejor es decidir qué rumbo se debe tomar, porque ante todo debes respetarte y evitar sufrir innecesariamente y ser honesto/a con la pareja para evitar conflictos y engaños.