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FALSOS SEDUCTORES

El mito del amor romántico encarnado en personajes novelísticos como Don Juan o Casanova nos ofrecían un arquetipo de hombre libre, inalcanzable, seductor que manipulaba a su antojo a las doncellas débiles y dulces que caían prendidas ante sus dotes amorosas. Este arquetipo no se quedó en el siglo XIX sino que aún perdura actualmente dejando “cadáveres amorosos” allí por dónde pasa.

Este tipo de personas han sido objeto de muchos análisis para conocer mejor cuál es su comportamiento, qué esconden detrás de esa fachada de sobre-estima y cuál es la recompensa que obtienen. El resultado es desalentador, pero más vale conocer cuáles son sus características por si tienes la mala suerte de tropezarte con alguno de ellos.

Este síndrome de “donjuanismo” lo padecen en una gran mayoría hombres, personas insatisfechas personalmente, infieles por naturaleza y manipuladoras en crear falsas emociones. Su única motivación es conquistar de forma compulsiva, sentir la pasión de los inicios del cortejo. En la mayoría de los casos, el sentimiento amoroso hacia la otra persona es inexistente, al igual que las relaciones sexuales no son prioritarias para él, no es el típico ligón que solo busca saltar de cama en cama. Solo desea lo que no tiene. Cuánto más se resista la mujer a quién quiere seducir, con más compulsión actuará, lo que puede llevar a crear grandes confusiones pensando que lo que siente es un gran enamoramiento.

El seductor de manual te hará creer que está enamorado pero cuando ya te haya conquistado, casi por arte de magia, desaparecerá sin darte explicaciones o, las pocas que te pueda dar, carecerán de toda lógica. No hay amor, solo pulsión primaria. Tienen que saciar la necesidad que tienen de experimentar continuamente la sensación que les produce que se enamoren de ellos y de la idea de estar enamorados.

Una de las explicaciones psicológicas que intentan arrojar luz sobre este tipo de perfil es que son unos adictos al chute químico que produce la fase de conquista. Esos momentos iniciales a un romance nuestro cuerpo produce más neurotransmisores como la dopamina y noradrenalina, que nos envuelven en un halo de placer y felicidad intensos. Esa saturación bioquímica es mucho más adictiva y saciante para los “donjuán” y son estas sensaciones las que van buscando en cada seducción.  Una vez ya se han saturado de estos estímulos, dejan de segregar endorfinas con gran facilidad y buscan una nueva presa que les vuelvan a saciar de nuevo, vuelven a buscar ese “chute” de falso amor.

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