Coaching emocional,  Coaching Personal

Cada loco con su ego – Promoviendo la infelicidad

Es sobradamente conocido por nosotros que la esencia humana promueve la felicidad. Nuestra esencia está escondida, o mejor dicho, la hemos ahogado a lo largo de los años, pero a pesar de su agonía, aún sigue viva en nosotros. La inocencia de cuando éramos niños, la capacidad de asombro, la motivación por descubrir, la aptitud para el aprendizaje…, todo formaba parte de nuestra niñez, sin condicionamientos ni prejuicios. Éramos todo esencia, alma, naturaleza!

Y aunque en nosotros empezó la esencia, también fuimos nosotros los promotores de su fin. Desgraciadamente no teníamos suficiente capacidad para entender, preguntarnos y decidir en qué queríamos creer, en qué estábamos de acuerdo y elegir qué camino nos apetecía seguir. Solo  nos podíamos limitar a imitar, obedecer y creer en las normas y directrices que nos eran impuestas en «aras» de nuestra educación. Una educación basada en dogmas, instrucciones, disciplina, modales, urbanidad, todo para moldear una especie de «madelmans/madelwomans» de carne y hueso dispuestos a enfrentarse al mundo real. Y así, sin darnos cuenta, nos volvimos alguien que no somos, que ni tan solo lo conocemos, pero que somos nosotros, y que sólo somos capaces de identificar con nuestro nombre, profesión, trabajo, cuenta bancaria, posesiones, pareja, religión, partido político, nacionalidad….; una máscara construida sobre una supuesta educación en valores, principios y creencias que hunde la capacidad de descubrir quiénes somos verdaderamente y así poder crear una existencia con sentido.

Una puesta en escena perfecta para que aparezca como héroe y protagonista indiscutible de nuestra vida el Sr. Ego. Muerto el perro -la esencia- se acabó la posibilidad de vivir de acuerdo con nuestra naturaleza humana, de vivir una existencia feliz y satisfactoria, de conocernos y actuar en consonancia.

El ego tiene como principal misión saciar nuestros intereses, satisfacernos, obtener aquello que deseamos puesto que creemos que sólo así podemos alcanzar la felicidad. En esta búsqueda constante de satisfacción, los humanos egocéntricos intentan por todos los medios que la realidad se adapte a sus necesidades y expectativas, porque así se sienten importantes, realizados y saciados. Generalmente la especie humana egocéntrica se expresa con pronombres posesivos tipo «yo», «mío», «mi», expresiones que les identifican con lo que tienen, lo que consiguen, pero no con lo que son; porque, ¿en realidad quiénes son?. Ni ellos/ellas mismos/as lo saben. Viven desde el desconocimiento, inconscientes de que la realidad que están viviendo no existe, sino que la están creando subjetivamente con sus creencias y valores que les fueron instruyendo para alcanzar su propia satisfacción, para hartar sus necesidades. Una forma de vivir y actuar que provoca mucha frustración y sufrimiento cuando la realidad no se amolda a sus necesidades -que generalmente es así-, y cuando esto sucede (la mayoría de veces) la respuesta reactiva se transforma en una conducta de odio, miedo o tristeza que se manifiesta a través de pensamientos negativos y comportamientos tóxicos que repercuten negativamente en la salud.

Por supuesto que los  humanos egocéntricos no quieren sufrir por gusto, pero el sufrimiento se ve acrecentado por su forma de pensar, actuar y sentir. Los pensamientos y los sentimientos aparecen espontáneamente y cargados con todo el bagaje de experiencias y emociones aprendido. Actuamos reactivamente y de forma impulsiva sin poner consciencia en aquello que estoy sintiendo o pensando. Sólo cuándo ponemos la atención podemos ejercer control, y este control ayudará  a cambiar mi forma de ver y adaptarme al mundo, consiguiendo pensamientos y emociones que fomenten el desarrollo de una actitud más constructiva y eficaz para sentirme más satisfecho con mi vida.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *