Coaching emocional,  Coaching Personal

¿La autoayuda me ayuda?

¿Existe la fórmula mágica de la felicidad? ¿Crees que otra persona podrá decirte cómo conseguir una vida mejor? Tu proceso de cambio personal, ¿de quién depende?

La sociedad actual inmersa en el modelo capitalista nos arrastra hacia un estilo de vida basado en la competición, a saciar nuestro propio interés, creyendo así, que la felicidad depende de la cantidad de deseos obtenidos. Con este tipo de pensamiento social tan extendido no es extraño que un gran número de personas se encuentren dentro de un laberinto de caos emocional puesto que no llegan a alcanzar sus expectativas, y no tanto las propias, sino las que dicta la sociedad. El sistema económico imperante nos condiciona a creernos que «afuera» (consumo) conseguiremos alcanzar el bienestar. Y, aunque la mayoría de nosotros conscientemente sabemos que es una gran mentira, (la satisfacción personal solo depende de uno mismo, de nuestro estado interno), decidimos continuar auto engañándonos.

Pero, ¿porqué, tarde o temprano, llegamos a un punto de inflexión que nos hace replantear un cambio? Porque ante el panorama social y económico es poco probable encontrar la respuesta del bienestar allá «afuera», dado que este «afuera» se está hundiendo; y no nos queda otra que comenzar a mirar hacia nuestro interior, a rebuscar aquellas habilidad y competencias que hemos olvidado, a gestionar las emociones…. y una vez hemos echado una ojeada, nos asombramos al sentir que no nos gustamos, que no sabemos qué hacer ni cómo hacerlo. Es por esto que en los últimos años ha proliferado tanto el mercado de la «autoayuda» con libros, videos y cursos que prometen, como poco -cómo conseguir ser feliz en una semana!-. Está claro que depende de nosotros saber escoger correctamente, siempre y cuando tengamos las ideas claras de aquello que queremos conseguir, pero generalmente no es así. Ante una necesidad, una desesperación personal, un temor interno nos aparece la impaciencia por sacarnos de encima el malestar y restablecer nuestro equilibro emocional; pero las prisas juntamente con la necesidad no son buenas consejeras y nos impiden decidir con sensatez. Éste es uno de los muchos motivos por los cuáles la «autoayuda» tiene tan mala prensa, opiniones contrarias, críticas negativas y ofensas generalizadas hacia muchas personas que se dedican a las terapias, tratándolos de «vendedores de humo» o «gurús.

La palabra «autoayuda» significa ayudarse a uno mismo, pero hay una cierta incongruencia en el significado. Albert Einstein ya nos decía «no es posible resolver un problema desde el mismo nivel de pensamiento dónde se generó»; la PNL (programación neurolingüística) estudia los niveles neurológicos del individuo para que puedan realizar cambios en el sistema mental y su teoría nos dice que «un cambio en un nivel superior afectará irremediablemente al nivel inferior, pero nunca un cambio a nivel inferior afectará al superior». Los niveles neurológicos o de pensamiento nos hablan de necesidades, comportamientos, capacidades, creencias e identidad. Entonces, ¿cómo un mismo sistema neurológico y único de pensamiento puede auto ayudarse a cambiar un bloqueo a nivel superior generado por el mismo individuo? Bastante complicado resolverlo por sí mismo!

El cambio sólo depende de uno mismo, eso es cierto, pero siempre y cuando te des cuenta de los procesos mentales erróneos que realizas y reconozcas cómo puedes utilizar otro tipo de patrón mental que te ayude a mejorar.

Por lo tanto, la gran base de la «autoayuda» comienza por el «autoconocimiento«. Existen muchas corrientes psicológicas de pensamiento que promueven el proceso del conocimiento personal, de cómo funcionamos, cómo hacemos lo que hacemos, qué necesitamos, cuáles son nuestras capacidades y habilidades y cómo las ponemos en funcionamiento. Para lograrlo es primordial y necesario vencer el miedo, desearlo de verdad y tener la paciencia y constancia suficiente para notar los resultados.

Muchas personas que dicen buscar asesoramiento para mejorar cualquier ámbito de su vida, en realidad quieren un «parche» para sentirse bien a corto plazo; quieren encontrar la fórmula definitiva de la felicidad!. Y esto no existe!. Pero, aunque sepan que no existe, muchas personas con la inquietud de resolverlo rápidamente y con poco esfuerzo, acuden a infinidad de cursos, creyendo que, con la acumulación de conocimiento, serán capaces de resolver por sí solos sus problemas; practican la meditación en grupo, cuando, en soledad, son incapaces de potenciar su calma interior; aprenden técnicas de perdón, cuando aún no han sabido perdonar a alguien o a algo ocurrido en el pasado; buscan amuletos y guías guardianes, cuando ni tan solo confían en la protección de quienes más los quieren….. Y también hay algunas personas, pocas, que están dispuestas a cuestionarse, a admitir que hay alguna cosa en su interior que les bloquea, a asumir que son responsables de su propio estado de ánimo, de las actitudes y las acciones que emprenden. Y con la entrega del deseo de cambio escogerán la opción de dejarse orientar y acompañar por alguien que les inspire confianza, que sea un reflejo de sí mismos, un referente que les transmita energía, compromiso y voluntad de servicio, transcendiendo la impaciencia del ego y co-creando la responsabilidad del cambio personal.

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